Mourinho, el feeling y los aspersores

Ayer hubo un conquistador en tierras catalanas. Un portugués tomó el bastión del Camp Nou. Pero fue una conquista fuera de lo común, diferente a lo que nos tiene acostumbrada la historia. Llegó a Barcelona tras ganar una batalla y ayer armó a su equipo en un búnker. Espero a que el contrario se cansara de atacar, y derrocó a su enemigo desde la paciencia. Como si de una partida de ajedrez se tratase, Mourinho guió a sus hombres hasta la final del Bernabeu. Poco importó quedarse con 10 hombres a poco de empezar, todo estaba preparado, pensado, estudiado y la consigna estaba clara. Nadie conseguirá adentrarse en nuestros dominios.

Pero durante un instante , tan sólo uno, se dudó. Piqué el único que dio la talla anoche, derrumbó los cimientos italianos. Un hilo de esperanza recorrió el cuerpo de todos los culés. La gesta de Stamford Bridge, volvió a estar presente, pero esta vez no estaba Iniesta, ni el áurea ganadora. Era la noche de Mourinho y los suyos.

El belga pitó el final y la locura interista se desató. Recorriendo todo el campo de felicidad y abrazándose tras conseguir eliminar al mejor equipo del mundo en su feudo. Uno que lo celebró, fue un tal Etoo. Un jugador que lo dio todo por el FC Barcelona y que se fue por la puerta de atrás. Un gran profesional que se fue de Can Barca por falta de feeling con su entrenador.
Un killer de la portería que se dedicó a defender como segundo lateral para conseguir la gesta. Que renunció a su juego y a su forma de ver el fútbol por conseguir la victoria. Un negro que trabaja como el que más para vivir como un blanco. Un camerunés que nunca debió de salir de Barcelona, ni por falta de feeling ni por nada. Y eso seguro que lo pensaron muchos mientras veían el partido. Y desearon durante un segundo que Ibra y Etoo se intercambiasen las camisetas en el terreno de juego.

Etoo lo celebró, junto con Mourinho y el resto de la plantilla. Algo grande habían conseguido más allá de la final del Bernabeu. Muchos de los que estaban allí cerraron un ciclo, mientras los aspersores regaban sólo la mitad interista.